El posicionamiento estético de Bernat Padrosa en la interpretación de este repertorio va estrechamente ligado a la estética y sonoridad del propio instrumento. Lejos de las exhibiciones de volumen y virtuosismo como mera finalidad, nuestro guitarrista busca la gravedad y la intimidad de una sonoridad pretérita que encuentra su origen en el uso de cuerdas de tripa y culmina en las guitarras construidas por los constructores Torres.
impresiones Íntimas
El guitarrista Bernat Padrosa reivindica el universo musical de la guitarra catalana a partir del reciente grabación de un disco monográfico dedicado a la figura de Frederic Mompou (1893-1987). Aunque, musicològicament, pocas veces se ha considerado el compositor de la Música callada como un creador adscrito estrctament al mundo de la guitarra, la transcripción realizada por el mismo Padrosa de las Impresiones íntimas (1911) ya no sólo le ha despertado la necesidad de realizar un proyecto integral dedicado a Mompou, sino también lo ha hecho darse cuenta de cómo la sonoridad y lingüística del instrumento de la guitarra intensifican algunos de los rasgos y postulados estéticos de esta importante figura de la historia de la música catalana como ahora el «reinicio», el «primitivismo» o el «misticismo».
Dicha transcripción ha permitido situar a Padrosa en relación a la propia historia de la guitarra catalana. Desde la publicación, en 1596 del primer tratado, en Europa, para el instrumento de Juan Carlos y Amat (1572-1642), Cataluña y la guitarra han configurado un binomio de la mano de grandísimos compositores como Fernando Sor (1778 -1839), Francisco Tárrega (1952/09), Miquel Llobet (1878 a 1938) y, evidentemente, el propio Mompou que legó para el instrumento las Canciones y Danzas núms X y XIII además de la Suite Compostelana (1962 ).
El posicionamiento estético de Bernat Padrosa en la interpretación de este repertorio va estrechamente ligado a la estética y sonoridad del propio instrumento. Lejos de las exhibiciones de volumen y virtuosismo como mera finalidad, nuestro guitarrista busca la gravedad y la intimidad de una sonoridad pretérita que encuentra su origen en el uso de cuerdas de tripa y culmina en las guitarras construidas por los constructores Torres.
Es de la mano de la consecución de esta preciosa sonoridad donde Padrosa alcanza en sus conciertos una experiencia estre mística y estética que parece alcanzar lo expresado por el propio Mompou:
«Esta música no tiene ni aire ni luz. Es un débil palpitar del corazón. No se le pide llegar más allá de unos milímetros en el espacio, pero sí la misión de penetrar en las grandes profundidades de nuestra alma y regiones más secretas de nuestro espíritu. Contención y reserva ».